La Iglesia dijo que era mejor para el niño solucionarlo en la comunidad
El catequista que delató a un párroco denuncia la consigna para ocultar las agresiones sexuales P En España hay ocho curas condenados y 14 denuncias
M. R. S. - Madrid - 24/03/2010
El día que Carlos Sánchez Mato se enteró de lo que había estado ocurriendo en su parroquia no lo podía creer. Un grupo de jóvenes catequistas había recurrido a él —antiguo catequista y coordinador de las actividades de la iglesia— para contarle que el párroco había abusado de uno de los niños a los que preparaba para su primera comunión. La familia del menor no quería denunciarlo. "Me quedé helado. Hablé con la madre del chico. Lo ratificó todo, pero no pensaban acudir a la policía. Habían hablado con los responsables eclesiásticos de la parroquia, incluso con el arzobispado de Madrid, de la que dependía, y les habían convencido de que lo mejor era silenciar el caso", cuenta Sánchez Mato.
Han pasado ocho años desde entonces. Sánchez Mato decidió denunciar el caso por su cuenta, y su acusación contra Rafael Sanz Nieto, sacerdote de la vicaría IV, se tradujo en dos años de cárcel por abusar de un menor. El juez condenó, además, al Arzobispado de Madrid a pagar a la familia del niño 30.000 euros por responsabilidad civil. Es una de las ocho condenas a religiosos por abusos sexuales que se conocen en España. Ocho condenas y 14 denuncias ante la Fiscalía especial de la Doctrina de la Fe del Vaticano desde 2001, según explicó Charles J. Scicluna, fiscal especial en este organismo, a la web especializada Religión Digital.
Sánchez Mato todavía se acuerda de aquellos días. "Fue una situación muy difícil de gestionar humanamente. Sobre todo, por la negativa de los padres a denunciar. Los responsables eclesiásticos les habían hecho creer que lo más conveniente para el niño era solucionarlo todo en el seno de la comunidad, con mucho cariño y apoyo. A él y a su hermano, además, les pagaban el colegio", cuenta. "Les hicieron creer que estos casos son dañinos además para la comunidad. Que los problemas, los trapos sucios, se lavan en casa. La Iglesia sostiene que lo mejor es silenciar los abusos", dice Sánchez Mato. Así, el Arzobispado de Madrid, cuando fue informado del caso, trasladó al sacerdote a otra parroquia. "A tan sólo 1,5 kilómetros de la nuestra", cuenta Sánchez Mato. Y más tarde, cuando saltó el escándalo a los medios, le destinó a un monasterio en Guadalajara.
Sánchez Mato y otros miembros laicos de su parroquia fundaron entonces la asociación Iglesia sin Abusos. Recibieron amenazas y críticas de sus vecinos por perjudicar a la comunidad. La escena se ha repetido en otros casos de denuncias por abusos. En Pueblonuevo (Córdoba), los vecinos se manifestaron en apoyo al párroco José Domingo Rey, acusado y condenado a 11 años por cometer abusos sexuales a seis niñas a las que daba catequesis. No fue el único apoyo. El obispo de Córdoba le mantuvo en su cargo hasta el día que ingresó en prisión. O el de Edelmiro Rial, párroco de la diócesis de Tui (Pontevedra), condenado a 21 años de prisión por abusar de seis chicos, que además del apoyo de parte de su pueblo contó con el soporte del obispado de Tui-Vigo. "Nadie puede atribuir la infalibilidad de la sentencia", dijo el prelado.
El amparo de la Iglesia a sus sacerdotes ha sido la razón por la que, según Sánchez Mato, no han salido a la luz más casos. Él ha conocido al menos otros seis en España. Ninguna de las víctimas ha optado, aún, por denunciar. Muchos deciden hablar tras años de silencio, cuando el presunto delito puede haber prescrito.
Otras causas
- En 2003, José Martín de la Peña, sacerdote de la diócesis de Alcalá de Henares, de 73 años, fue condenado a 10 años de cárcel por abusar de una menor nueve años.
- Gregori Salgado, cura de una parroquia de Igualada (Cataluña), fue condenado en 2007 a dos años de cárcel por abusar de una joven con discapacidad física.
- En 2002, Ignacio Lajas fue condenado a 16 meses de prisión por corrupción de menores. Era cura en Casar de las Hurdes (Cáceres). El alcalde del pueblo recogió firmas para apoyarle.
M. R. S. - Madrid - 24/03/2010
El día que Carlos Sánchez Mato se enteró de lo que había estado ocurriendo en su parroquia no lo podía creer. Un grupo de jóvenes catequistas había recurrido a él —antiguo catequista y coordinador de las actividades de la iglesia— para contarle que el párroco había abusado de uno de los niños a los que preparaba para su primera comunión. La familia del menor no quería denunciarlo. "Me quedé helado. Hablé con la madre del chico. Lo ratificó todo, pero no pensaban acudir a la policía. Habían hablado con los responsables eclesiásticos de la parroquia, incluso con el arzobispado de Madrid, de la que dependía, y les habían convencido de que lo mejor era silenciar el caso", cuenta Sánchez Mato.
Han pasado ocho años desde entonces. Sánchez Mato decidió denunciar el caso por su cuenta, y su acusación contra Rafael Sanz Nieto, sacerdote de la vicaría IV, se tradujo en dos años de cárcel por abusar de un menor. El juez condenó, además, al Arzobispado de Madrid a pagar a la familia del niño 30.000 euros por responsabilidad civil. Es una de las ocho condenas a religiosos por abusos sexuales que se conocen en España. Ocho condenas y 14 denuncias ante la Fiscalía especial de la Doctrina de la Fe del Vaticano desde 2001, según explicó Charles J. Scicluna, fiscal especial en este organismo, a la web especializada Religión Digital.
Sánchez Mato todavía se acuerda de aquellos días. "Fue una situación muy difícil de gestionar humanamente. Sobre todo, por la negativa de los padres a denunciar. Los responsables eclesiásticos les habían hecho creer que lo más conveniente para el niño era solucionarlo todo en el seno de la comunidad, con mucho cariño y apoyo. A él y a su hermano, además, les pagaban el colegio", cuenta. "Les hicieron creer que estos casos son dañinos además para la comunidad. Que los problemas, los trapos sucios, se lavan en casa. La Iglesia sostiene que lo mejor es silenciar los abusos", dice Sánchez Mato. Así, el Arzobispado de Madrid, cuando fue informado del caso, trasladó al sacerdote a otra parroquia. "A tan sólo 1,5 kilómetros de la nuestra", cuenta Sánchez Mato. Y más tarde, cuando saltó el escándalo a los medios, le destinó a un monasterio en Guadalajara.
Sánchez Mato y otros miembros laicos de su parroquia fundaron entonces la asociación Iglesia sin Abusos. Recibieron amenazas y críticas de sus vecinos por perjudicar a la comunidad. La escena se ha repetido en otros casos de denuncias por abusos. En Pueblonuevo (Córdoba), los vecinos se manifestaron en apoyo al párroco José Domingo Rey, acusado y condenado a 11 años por cometer abusos sexuales a seis niñas a las que daba catequesis. No fue el único apoyo. El obispo de Córdoba le mantuvo en su cargo hasta el día que ingresó en prisión. O el de Edelmiro Rial, párroco de la diócesis de Tui (Pontevedra), condenado a 21 años de prisión por abusar de seis chicos, que además del apoyo de parte de su pueblo contó con el soporte del obispado de Tui-Vigo. "Nadie puede atribuir la infalibilidad de la sentencia", dijo el prelado.
El amparo de la Iglesia a sus sacerdotes ha sido la razón por la que, según Sánchez Mato, no han salido a la luz más casos. Él ha conocido al menos otros seis en España. Ninguna de las víctimas ha optado, aún, por denunciar. Muchos deciden hablar tras años de silencio, cuando el presunto delito puede haber prescrito.
Otras causas
- En 2003, José Martín de la Peña, sacerdote de la diócesis de Alcalá de Henares, de 73 años, fue condenado a 10 años de cárcel por abusar de una menor nueve años.
- Gregori Salgado, cura de una parroquia de Igualada (Cataluña), fue condenado en 2007 a dos años de cárcel por abusar de una joven con discapacidad física.
- En 2002, Ignacio Lajas fue condenado a 16 meses de prisión por corrupción de menores. Era cura en Casar de las Hurdes (Cáceres). El alcalde del pueblo recogió firmas para apoyarle.
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