El Papa comparte el dolor de las víctimas de los abusos cometidos por los curas irlandeses
"Es lógico que encontréis difícil perdonar o reconciliaros con la Iglesia y en su nombre expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que todos sentimos", dice a las vícitimas
MÓNICA ANDRADE - Roma - 20/03/2010
La Pastoral que Benedicto XVI ha dirigido a la Iglesia y los fieles irlandeses, firmada ayer y dada a conocer hoy, subraya de nuevo la condena y el arrepentimiento por los casos de abusos a niños que se han sucedido en lo últimos años. La carta parece un grito desesperado para frenar la crisis abierta no sólo en este país sino en toda Europa a raíz de los acontecimientos que días tras otro se van conociendo en Holanda, Suiza, Alemania, Austria, Italia y ahora también en España.
En este documento, el Papa se dirige a obispos, curas y religiosos pero también directamente a los jóvenes que han sufrido los abusos, a sus padres y a todos los feligreses. A cada uno de estos grupos, Benedicto XVI les dedica un punto de los 14 que la componen.
La pastoral concluye dando instrucciones concretas para atajar el problema y anunciando un próximo viaje a Irlanda. En las primeas líneas, el Papa se declara "profundamente disgustado por la información que se ha salido a la luz en referencia a los abusos a menores y jóvenes vulnerables por parte de miembros de la Iglesia de Irlanda". El Papa añade que sólo puede "compartir el desánimo y el sentimiento de traición" que tantos han experimentado al conocer "estos actos pecadores y criminales y la forma en que las autoridades de la Iglesia irlandesa la han manejado".
Según se lee en uno de los pasajes del documento, el Pontífice ha decidido dirigirse a todos los fieles irlandeses para mostrarles su "cercanía" y proponer un "camino de curación, renovación y reparación". Aunque afirma que la Iglesia ha hecho ya progresos para afrontar este problema, reconoce que para recuperarse de esta "terrible herida" aún queda mucho por hacer: "la Iglesia de Irlanda debe reconocer ante sí misma y ante el Señor los serios pecados cometidos contra niños indefensos".
A continuación traza un recorrido histórico de la Iglesia irlandesa, en la que reconoce una crisis de fe, y se aventura a hacer un diagnóstico de la progresiva secularización sufrida en este país. El Papa señala entre los factores negativos la insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios, lo inadecuado del protocolo para determinar la idoneidad de los candidatos a sacerdotes, la tendencia de la sociedad a favorecer a los clérigos y otras figuras de autoridad y la errónea preocupación por la reputación de la iglesia.
El Papa exhorta a actuar urgentemente contra estos problemas que han provocado "trágicas consecuencias en las vidas de las víctimas y de sus familias y que han oscurecido la luz del Evangelio en un grado que ni siquiera los siglos de persecución pudieron hacer". A las víctimas, el Papa dirige palabras de afecto y reconoce que nada podrá deshacer el mal que han sufrido. "Vuestra confianza ha sido traicionada y vuestra dignidad violada", dice. "Es lógico que encontréis difícil perdonar o reconciliaros con la Iglesia y en su nombre expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que todos sentimos". Al mismo tiempo, les pide que no pierdan la fe y que recuerden el sufrimiento de Jesucristo.
Benedicto XVI critica duramente a los sacerdote y religiosos acusados de haber cometido abusos. "Habéis traicionado la confianza que os fue dada por pobres inocentes y por sus padres y debéis responder por ella ante Dios y antes los tribunales adecuados". Así mismo, se lamenta de que hayan destruido "la estima del pueblo irlandés y traído vergüenza y deshonor" al resto de religiosos y de los "graves perjuicios a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa". La pastoral concluye con una serie de instrucciones como dedicar la penitencia de los viernes a rezar por estos pecados o a encomendarse a John Vianney y anunciando un próximo viaje a Irlanda.
MÓNICA ANDRADE - Roma - 20/03/2010
La Pastoral que Benedicto XVI ha dirigido a la Iglesia y los fieles irlandeses, firmada ayer y dada a conocer hoy, subraya de nuevo la condena y el arrepentimiento por los casos de abusos a niños que se han sucedido en lo últimos años. La carta parece un grito desesperado para frenar la crisis abierta no sólo en este país sino en toda Europa a raíz de los acontecimientos que días tras otro se van conociendo en Holanda, Suiza, Alemania, Austria, Italia y ahora también en España.
En este documento, el Papa se dirige a obispos, curas y religiosos pero también directamente a los jóvenes que han sufrido los abusos, a sus padres y a todos los feligreses. A cada uno de estos grupos, Benedicto XVI les dedica un punto de los 14 que la componen.
La pastoral concluye dando instrucciones concretas para atajar el problema y anunciando un próximo viaje a Irlanda. En las primeas líneas, el Papa se declara "profundamente disgustado por la información que se ha salido a la luz en referencia a los abusos a menores y jóvenes vulnerables por parte de miembros de la Iglesia de Irlanda". El Papa añade que sólo puede "compartir el desánimo y el sentimiento de traición" que tantos han experimentado al conocer "estos actos pecadores y criminales y la forma en que las autoridades de la Iglesia irlandesa la han manejado".
Según se lee en uno de los pasajes del documento, el Pontífice ha decidido dirigirse a todos los fieles irlandeses para mostrarles su "cercanía" y proponer un "camino de curación, renovación y reparación". Aunque afirma que la Iglesia ha hecho ya progresos para afrontar este problema, reconoce que para recuperarse de esta "terrible herida" aún queda mucho por hacer: "la Iglesia de Irlanda debe reconocer ante sí misma y ante el Señor los serios pecados cometidos contra niños indefensos".
A continuación traza un recorrido histórico de la Iglesia irlandesa, en la que reconoce una crisis de fe, y se aventura a hacer un diagnóstico de la progresiva secularización sufrida en este país. El Papa señala entre los factores negativos la insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios, lo inadecuado del protocolo para determinar la idoneidad de los candidatos a sacerdotes, la tendencia de la sociedad a favorecer a los clérigos y otras figuras de autoridad y la errónea preocupación por la reputación de la iglesia.
El Papa exhorta a actuar urgentemente contra estos problemas que han provocado "trágicas consecuencias en las vidas de las víctimas y de sus familias y que han oscurecido la luz del Evangelio en un grado que ni siquiera los siglos de persecución pudieron hacer". A las víctimas, el Papa dirige palabras de afecto y reconoce que nada podrá deshacer el mal que han sufrido. "Vuestra confianza ha sido traicionada y vuestra dignidad violada", dice. "Es lógico que encontréis difícil perdonar o reconciliaros con la Iglesia y en su nombre expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que todos sentimos". Al mismo tiempo, les pide que no pierdan la fe y que recuerden el sufrimiento de Jesucristo.
Benedicto XVI critica duramente a los sacerdote y religiosos acusados de haber cometido abusos. "Habéis traicionado la confianza que os fue dada por pobres inocentes y por sus padres y debéis responder por ella ante Dios y antes los tribunales adecuados". Así mismo, se lamenta de que hayan destruido "la estima del pueblo irlandés y traído vergüenza y deshonor" al resto de religiosos y de los "graves perjuicios a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa". La pastoral concluye con una serie de instrucciones como dedicar la penitencia de los viernes a rezar por estos pecados o a encomendarse a John Vianney y anunciando un próximo viaje a Irlanda.
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